En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Toda «iglesia que se respete ostenta su jorobado», dice el narrador de Los almuerzos. Y así ocurre en una parroquia de Bogotá dedicada en apariencia a dar de comer a los necesitados, donde el jorobado Tancredo se encarga de supervisar rutinariamente los almuerzos que se ofrecen a diario. El jueves es el día más concurrido: acuden invariablemente ancianos, dementes y miserables. Pero, por una vez, todo se remueve en la iglesia. Tancredo no quiere resignarse con su suerte y corteja a Sabina, la libidinosa ahijada del sacristán. En ausencia del padre Almida, que tiene una reunión importante con los benefactores, aparece un nuevo reverendo, Matamoros, misacantano borracho y descreído que pondrá patas arribas el sutil reparto de papeles de cuantos pululan por las dependencias: desde el oscuro sacristán Celeste Machado hasta las tres Lilias, tres ancianas que se encargan de los servicios domésticos de la parroquia.
Este sitio web sólo utiliza cookies propias. Puedes configurar la utilización de cookies u obtener más información aquí
Más información sobre el uso de "cookies" y sus opciones de privacidad
Este sitio web utiliza cookies propias que se detallan a continuación en el panel de configuración.
A través del mismo, puede aceptar o rechazar de forma diferenciada el uso de cookies, que están clasificadas en función del servicio. En cada uno de ellos encontrará información adicional sobre sus cookies. Puede encontrar más información en la Política de cookies.
Estrictamente necesarias (técnicas):
Se usan para actividades que son estrictamente necesarias para gestionar o prestar el servicio que usted nos ha solicitado y, por tanto, no exigen su consentimiento.