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El larguísimo reinado de Abderramán III (912-961) marcó el apogeo de la Andalucía de los Omeyas, donde tres religiones convivían en paz. En unos años, el sucesor del cruel Abdalá impuso su autoridad sometiendo a los señores rebeldes y apoderándose de Bobastro, que era la guarida del más conocido de todos ellos, el caudillo Omar ibn Hafsún.
Confiado, Abderramán emprendió una campaña contra los reinos cristianos del norte, que concluyó con el desastroso resultado de Simancas. Aquella derrota, sin embargo, no fue óbice para que adquiriera renombre mundial al retomar el título de califa que llevaron sus antepasados, siglos atrás. Los suntuosos palacios de Kurtuba (Córdoba) y el esplendor de la ciudad, que por entonces era la más hermosa de Europa, contribuyeron a aumentar su prestigio. Se convirtió en el soberano más respetado de Occidente y el más poderoso, con el que los emperadores de Constantinopla y Germania establecieron
pactos de alianza.
En esta novela, la tercera de la saga de al-Ándalus, desfilan personajes históricos destacados, musulmanes, cristianos y judíos que de algún modo estuvieron relacionados con un califa que fue conocido como Abderramán el Magnífico.
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