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Milicianos destrozados por las bombas en el Gijón sitiado de la guerra civil, ante los ojos inquietos de unos niños; horas como siglos perdidas en una cárcel franquista, entre los golpes de los guardias y los lamentos disentéricos de los detenidos; un jeep del ejército norteamericano bombardeado por un avión alemán, y otro cuerpo desangrado; campos de concentración franceses, con mujeres que intercambian el sexo de los prisioneros por algo de comida, canciones rusas, hombres de quienes sólo queda el recuerdo de un cigarrillo compartido entre las verjas?, y un barco a Cuba, bailes, películas, periodismo, una familia, un secuestro?, y una revolución imparable que resiste al fiero impulso de una tiranía que deja en el camino más bombas, más cartas, más cuerpos y cigarrillos.
La arriesgada propuesta de La noche ancha nos descubre hoy un siglo violento, implacable, narrado en primera persona por uno de los autores más desconocidos del exilio español, de cuya impetuosa peripecia vital es, en buena parte, testimonio esta obra que se publica por primera vez en España, a los cincuenta años de su aparición en Cuba.
González-Regueral no vivió el siglo XX: el siglo XX, sus ilusiones rotas y la sucesión de sus llantos y celebraciones, es González Regueral. Es La noche ancha.
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