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La unión de las palabras historia y filosofía en el título de este libro es una indicación acerca de su carácter más saliente: el autor introduce inmediatamente en su desarrollo histórico la consideración filosófica y crítica. Esto y su extraordinaria capacidad para liberarse de esquemas corrientes al contemplar las diversas fases de la historia de la ciencia, dan a su libro una frescura, una espontaneidad, que en más de una página el lector tiene la impresión de estaroyendo hablar por vez primera de un hecho de la historia de la ciencia que en realidad conoce de antiguo, aunque en interpretación mucho menos auténtica y bastante más adocenada. En este sentido puede subrayarse, por ejemplo, el tratamiento dado por Hull a la introducción de la idea de demostración geométrica por Tales de Mileto, o al prejuicio platónico contra las cónicas, o a la relación entre el análisis filosófico empirista inglés y la ciencia moderna, y tal vez, antes que nada, la posición en que el autor pone a la historia de la matemática respecto de la ciencia de la naturaleza. De aquí la construcción del libro en nueve capítulos que tratan sucesivamente la prehistoria de la ciencia, la ciencia ateniense, la alejandrina, la medieval, la geometría astronómica, la mecánica astronómica, la aparición de la metodología de la ciencia moderna, las nuevas ciencias surgidas en los siglos XVI y XVII y el desarrollo de la biología en el siglo XIX. Un epílogo considera las tendencias científicas del sigo XX. Esta forma de exposición, antítesis del catálogo de nombres y fechas,tiene mucho que ver con los rasgos destacados del libro: la intensidad con que trata cada uno de los temas seleccionados y lo afortunado de esa selección, pues, a pesar de la relativa brevedad de su exposición, Hull consigue dar cabida en ella a importantes detalles de erudición de primera mano que no suelen encontrarse ni en obras colectivas de extensión mucho mayor. Sirva de prueba de esta afirmación la información de Hull, a propósito de las ideas evolucionistas de Anaximandro tomadas de la doxografía filosófica, que los historiadores de la ciencia no suelen aprovechar en toda la medida posible.
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