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Despunta el invierno y en una espléndida casa rural inglesa se celebra una velada al resguardo del frío, entre candelabros, ramilletes de muérdago y buen vino. Es el peor escenario para el infortunio y nadie, ni siquiera la intuitiva aristócrata Vespasia Cumming-Gould, podría haber previsto una tragedia que sume en brumas el ambiente festivo. La joven Gwendolen Kilmuir se ha suicidado y hay otra, Isobel Alvie, a quien se culpa de los hechos: de su boca salió un comentario amargo sobre el compromiso de la fallecida con un rico heredero. El misterio, sin embargo, envuelve la carta que Gwendolen escribió antes de dar fin a su vida. Es Isobel quien, sintiéndose culpable, parte hacia Escocia en compañía de su amiga Vespasia para entregar el documento a la madre de Gwendolen, buscar el perdón y poder enmendar su funesta conducta. Pero durante el largo viaje Vespasia irá descubriendo algunos secretos sobre la víctima que la llevarán a comprender la oscura verdad que se escondía tras la tragedia.
«Anne Perry tiene la vista de un halcón y la presteza de garras necesaria para capturar... la injusticia del crimen.»
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