En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Simona apareció en mi vida y pasamos las seis semanas que se cuentan en la primera parte de esta historia sin historia, sin paso del tiempo, cada movimiento regido por un solo planeta, una sola estación, una sola unidad de tiempo, el planeta Simona, la estación Simona, el reloj Simona. Para los calendarios convencionales transcurrieron diez años. Durante ese tiempo sin tiempo, nos veíamos dos, tres, cuatro y más veces en el año. En un lugar u otro, por tres días o por dos meses. Cada vez que nos despedimos, ya sabíamos en donde nos veríamos la próxima vez. No hablábamos de amor. Yo, porque ella no lo mencionaba, ella porque se negaba a creer que aquello era amor. Simona aplicó conmigo su teoría del adulterio, su manual de mujer fatal, su cartilla básica de la adúltera: nunca me presentó a su marido, nunca me invitó a la ciudad en donde viviera, nunca me presentó a sus hijos.
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