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Han pasado cinco largos años de anonimato para nuestro protagonista. Obligado a huir de un lugar a otro con los pocos enseres que posee, decide echar raíces e instalarse en un barrio a las afueras de Madrid. La tranquilidad que tanto buscaba parece estar al alcance de su mano, pero el destino a veces cruel le tenía aún reservada una última prueba, alguien de su pasado irrumpe en su vida haciendo que su identidad quede al descubierto. La voz se propaga tan deprisa, que llega hasta los oídos de sus perseguidores que, ansiosos por esta esperada noticia, mueven ficha rápidamente para localizar al último superviviente del grupo español. Un detective, Carlo Rossi, tras jubilarse de la policía, se hace cargo de la investigación. Bien remunerado por sus servicios, esto no parece ser suficiente, lo que más le atrae del trabajo es la posibilidad de hallar una prueba sólida para implicar directamente al cardenal y meterle entre rejas. Como un perro de presa que olfatea cualquier indicio, no importa dónde esté, encontrará lo que busca. Libre y con unos fondos ilimitados este se interna en España para descubrir el rumor que le ha llegado a su cliente. Como en una partida de ajedrez, las fichas están sobre el tablero; esta vez sin posibilidad de hacer tablas.
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