En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Posibilidades. Todo son posibilidades. Suculentos productos de consumo que auguran sensaciones únicas tras su compra y consumo. Una oferta inacabable de posibles destinos turísticos de vacaciones. Opciones de formación que aseguran currículos abultados. Y miles de millones de maneras de vivir una vida que hasta hace bien poco parecía que se desarrollaba caminando en una sola línea. Y la información. Constante, permanente, diversa y en muchas ocasiones contradictoria, que nos alcanza aunque queramos huir de ella y que no hace más que ampliar exponencialmente hasta el infinito esas posibilidades que nos hemos inventado para hacernos la vida más placentera. O no. Puede que no. Puede que no se nos haya explicado del todo la cara oculta de nadar en esta abundancia. Y puede, sólo puede, que la cantidad ingente de información a la que estamos diariamente sometidos, no sea más que el mejor de los mecanismos a través del cual mantenernos perpetuamente desinformados. De la misma manera que el exceso de opciones puede suponer la negación de cualquier actuación definitiva de quien acaba ahogado en un mar de dudas, la información, recibida en la ingente cantidad en que nos llega hoy en día, catapulta, invalida e imposibilita cualquier iniciativa de alcanzar un pensamiento fundamentado y razonado de manera independiente, a no ser que parta de la dedicación exclusiva de horas de trabajo y profundización. Y lo diabólico del asunto es que esta simple cantidad de información disponible, las posibilidades que el mundo digitalizado nos ofrece hoy en día, invalidan cualquier tipo de queja. De nuevo las posibilidades. Las supuestas posibilidades de selección dentro de la cantidad, las múltiples posibilidades de investigación dentro de la mayor de las libertades de elección con que cuentan los ciudadanos de cualquier Estado democrático. Pero no debemos olvidar lo perverso de este pensamiento. Ni la información ni nuestras posibilidades nos llegan limpias de una parcialidad trabajada y pretendida, ni contamos con la capacidad de hacer un frente imparcial al funcionamiento actual de las cosas. A pesar de la imagen que las sociedades democráticas transmiten, la información que nos llega no es toda ni es precisa. Y las posibilidades de actuación en sentido amplio a las que dicha información nos aboca, no son para nada el resultado inocente de nuestra libertad bruta...
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