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Potón es un gato callejero y cascarrabias. Casualmente un día después de una gran comilona se dispuso a dormir una siesta, sin darse cuenta de que se había acostado encima de un huevo de pato. El Pato, al salir del cascarón creyó que Potón era su madre. Aunque en principio quiere deshacerse del pato, desesperado después de la insistencia de éste que le persigue hasta su casa, decide cuidarlo y ponerle un nombre: Nano. Los dos animales viven una temporada muy tranquilos y felices y nace una bonita amistad entre ellos. Un día de invierno decidieron ir a patinar pero a Nano le surgió un problema con una gata persa llamada Zarina. Potón le tuvo que defender y salió mal herido de la pelea. Harto de tener que preocuparse del pato, se enfadó y le echó de su lado. Un perro San Bernardo le ofreció su ayuda. Cuando se recuperó de sus heridas empezó a echar de menos a su pequeño amigo. Buscando a Nano por el lago, Potón se entera que por los alrededores hay cazadores y que el patito corría peligro. Se le ocurrió una brillante idea: pedir ayuda a los animales por medio de las noticias de la televisión para que avisaran a Nano. Zarina arrepentida por lo que había pasado y el perro San Bernardo junto con Potón lograron salvarle la vida al patito y consiguieron una gran amistad.
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