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Ignacio Danvila (Sevilla, 1946) nos rescata, una vez más, a un personaje ignorado u olvidado por el paso inexorable del tiempo: Anne de Montmorency Damville. Condestable y Gran Maestre de Francia, promovido por sus soberanos a lo que hoy llamaríamos primer ministro, fue incuestionable defensor de los intereses del reino de la flor de lis y, sin embargo y a la vez, gran amigo de España y sus monarcas, convirtiéndose durante más de cincuenta años en pieza clave de los últimos reyes Valois muy en especial de Francisco I y su hijo Enrique II, convirtiéndose en personaje fundamental en la política europea del siglo XVI. Artífice y protagonista de la transformación de una monarquía de corte marcadamente feudal en un estado moderno abierto a las luces del Renacimiento, Montmorency no solo contribuyó de forma singular a la expansión de las nuevas formas sobre el arte y la cultura franceses, sino que consiguió recuperar la unidad e integridad territorial de un país internamente dividido y parcialmente ocupado por las potencias vecinas, cimentando así las bases de lo que en unos años sería la poderosa Francia de los Borbones.
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