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A Contrapelo es una de las obras más importantes de J.K. Huysmans (1884-1904), figura destacada del Decadentismo francés. El protagonista de esta novela, un joven rico, excéntrico, misógino y sobretodo, aburrido, se retira a las afueras de París para dedicarse a la búsqueda de aquello que alivie ese ennui que padece. Jean Des Esseintes recorre un catálogo de todos los placeres sensuales e intelectuales que le ofrece la vida, todos ellos a contrapelo, en discordia con lo ya aceptado y por tanto aburguesado y vulgar, estableciéndose como un dandy y a la vez un crítico experto en el placer y el buen gusto. Sin embargo, la narración de Des Esseintes, su exhaustivo estudio de la pasión y la belleza humana, su búsqueda de la superación y el refinamiento de la propia naturaleza a través de la experimentación puramente estética, no encontró una recepción muy positiva. La mayoría de los críticos rechazaron esta novela, escandalizados. Sin embargo, fue bien acogida y alabada por escritores como Mallarmé o Valéry, y Oscar Wilde admitió que le había servido de inspiración para escribir El Retrato de Dorian Gray . No sólo como inspiración, sino también la utilizó como modelo para crear el libro amarillo y venenoso que Lord Henry le entregó a Dorian cual serpiente edénica. Esta relación entre la obra de Wilde y la de Huysmans fue usada contra el propio Wilde durante su juicio, señalando la depravación y la inmoralidad que ambas tenían en común, a lo que Wilde respondió que juzgar la moralidad de una obra literaria era no sólo absurdo, sino vulgar. A día de hoy, la mejor descripción de A Contracorriente sigue siendo la del propio Dorian:
"Contempló el libro que lord Henry le enviaba. Se preguntó qué sería. (...) Se trataba del libro más extraño que había leído nunca. Se diría que los pecados del mundo, exquisitamente vestidos, y acompañados por el delicado sonar de las flautas, pasaban ante sus ojos como una sucesión de cuadros vivos. Cosas que había soñado confusamente se hicieron realidad de repente. Cosas que nunca había soñado empezaron a revelársele poco a poco.
Era una novela sin argumento y con un solo personaje, ya que se trataba, en realidad, de un estudio psicológico de cierto joven parisino que empleó la vida tratando de experimentar en el siglo XIX todas las pasiones y maneras de pensar pertenecientes a los siglos anteriores al suyo, resumiendo en sí mismo, por así decirlo, los diferentes estados de ánimo por los que había pasado el espíritu del mundo, y que amó, por su misma artificialidad, esos renunciamientos a los que los hombres llaman erróneamente virtudes, al igual que las rebeldías naturales a las que los prudentes llaman pecados. El libro estaba escrito en un estilo curiosamente ornamental, gráfico y oscuro al mismo tiempo, lleno de argot y de arcaísmos, de expresiones técnicas y de las complicadas perífrasis que caracterizan la obra de algunos de los mejores artistas de la escuela simbolista francesa. Había en él metáforas tan monstruosas como orquídeas, y con la misma sutileza de color. Se describía la vida de los sentidos con el lenguaje de la filosofía mística. A veces era difícil saber si se estaba leyendo la descripción de los éxtasis de algún santo medieval o las morbosas confesiones de un pecador moderno. Era un libro venenoso. El denso olor del incienso parecía desprenderse de sus páginas y turbar el cerebro. La cadencia misma de las frases, la sutil monotonía de su música, tan lleno como estaba de complejos estribillos y de movimientos elaboradamente repetidos, produjo en la mente de Dorian Gray, al pasar de capítulo en capítulo, algo semejante a una ensoñación, una enfermedad del sueño que le hizo no darse cuenta de que iba cayendo el día y creciendo las sombras." (El Retrato de Dorian Grey. Oscar Wilde)