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El imaginario masivo de los crímenes y muertes más asombrosos. El apetito salvaje y el fallecimiento en una misma cosa. El morbo y los tabús, todo lo incorrecto se aúna en una irreverencia fatal.
Las ideas desbocadas, los apetitos sangrientos, la existencia borrada, el asco, la pena. Imágenes cruentas, sádicas, casuales, histriónicas, dulces. Trazos, cortes, balazos, manuscritos cargados de renglones torcidos y exceso. La mezcla de esencias se bifurca en distintas emociones, y eso es real y plausible, una idea global que algunos no parecen ni quieren entender (de ahí el asesinato).
Mentes podridas y una extensa gama de rincones oscuros y lóbregos. La perfecta elección de los diablos disidentes es la llave del único pozo que conduce a los distintos tártaros. Y las imágenes creadas son la clave, la solución, la meta.
Torturas mentales, tinta mezclada con líquido vital, odio, aversión, acidez, humor negro…

Relatos de:
Daniel Gutiérrez – Cómo matar a un cartero.
Ricard Millás – Capungo.
Javier Martos – Cómo matar a la Muerte.
A.C. Ojeda – Cómo matar a un escritor.
J. Daniel Aragonés Cuesta – El día que maté a mi jefe.
Juan Miguel Fernández – La cima del pecado.
Carlos Rodón – Cómo matar a una tormenta.
Beatriz T. Sánchez – En la torre de poniente.
Roberto Malo – Asesinando el pasado.
Paloma Aragón – Cómo matar a una mosca.
D.W. Nichols – Sombras.
Sergio Fernández – El último cartucho.
Roberto García Cela – Cómo matarme.

Cómics de:
Ioannes Ensis – Teleósteros.
Laura López – Cómo matar a Boogieman.
Daniel Medina – Cómo matar a un zombi.