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He aquí un manifiesto irónico de resistencia botánica. Y también una radiografía de nuestra sociedad, la que obtenemos por medio de un ataque en toda regla contra los jardines de moda y sus propietarios. En el catálogo de Umberto Pasti están todos los jardines: el del coleccionista fanático, obsesionado con las especies raras hasta el punto que olvida el placer visual y el perfume de las flores; el jardín exquisito y distinguido pero artificial; el del millonario carente de pasión para quien su jardín no representa más que un símbolo de su triunfo social; los parterres kitsch que se instalan en las rotondas; incluso el jardín pornográfico en el que la naturaleza desbocada estalla dejando al descubierto toda su sensualidad. En las antípodas de esta galería de horrores, Pasti nos invita a recorrer los verdaderos jardines: el jardincillo improvisado en una gasolinera, el huerto clandestino que progresa a despecho de la polución y la falta de espacio, auténticas extravagancias de la naturaleza que dan lugar a creaciones conmovedoras.
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