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Después de Linda, como en el asesinato de Linda y de Quien mate al dragón, llega la tercera entrega de la serie Bäckström, el magnífico personaje creado por Leif GW Persson, considerado el gran nombre de la novela negra escandinava.
Thomas Eriksson, el famoso abogado de los peces gordos de la mafia y los bajos fondos de Suecia, ha sido asesinado en su casa de Estocolmo. El caso compete al departamento de policía de la ciudad y, en concreto, al menos ortodoxo de sus comisarios: el machista, despreciable, marrullero y poco amigo de las virtudes de una vida sana Evert Bäckström.
Lo primero que hace Bäckström al conocer la noticia es alegrarse. No cabe duda, es su mejor día: su archienemigo ha muerto. Lo segundo, qué remedio, es emprender la investigación. Ello le pondrá en contacto con testigos varios, mafiosos, miembros de los Ángeles del Infierno, confidentes de la policía y aristócratas aficionados al arte, quienes le conducirán a un curioso objeto que, desde hace un siglo, en una enrevesada trama histórica en la que aparecen nombres como los del zar Nicolás II, el primer ministro británico Winston Churchill y el presidente ruso Vladímir Putin, ha ido pasando de manos hasta caer en las suyas. Y una vez más, contra todo pronóstico, será él quien ponga el punto final a una larga historia.
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