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Esta obra se ha estructurado en dos grandes partes, la primera, tras una Introducción, nos habla de Reflexiones sobre lo bello, el arte y el cerebro: el bosque neuronal y de la Historia de la neurona, para terminar con un Apéndice y una Bibliografía. La segunda está dedicada a una Galería de imágenes encuadradas en las tres secciones en las que el autor ha dividido la Historia de la Neurona: Etapa Benedictina, Etapa Negra y Etapa del Color.
El jardín de la neurología tiene como objetivo principal resaltar la belleza intrínseca del cerebro, pero el autor también trata de exponer de forma sencilla algunos de los temas que considera más interesantes de la neurociencia actual.
Por este motivo intenta hacerlo accesible al mayor número posible de lectores, con un producto final, científico, artístico y divulgativo, que compatibilice la belleza y la amenidad y al mismo tiempo sirva para reflexionar sobre el cerebro, la esencia de nuestra humanidad.

Si consideramos el cerebro como un bosque tupido, un terreno complejo y aparentemente impenetrable de neuronas cuya interacción da lugar a la cognición y al comportamiento, el gran desafío consiste en descubrir sus misterios, es decir, averiguar como están estructuradas y conectadas las neuronas.

Nuestros conocimientos actuales sobre el sistema nervioso en general, y del cerebro en particular, son el fruto del desarrollo tecnológico y del trabajo colectivo de un buen número de científicos, pero fueron las investigaciones de Santiago Ramón y Cajal las que contribuyeron de forma decisiva a la creación de la atmósfera científica necesaria para el nacimiento de la neurociencia moderna.

Con la extraordinaria variedad de técnicas y protocolos de tinción que han ido surgiendo con el paso de los años se descubrirá un hermoso mundo microscópico con una combinación casi infinita de formas y múltiples colores.
El lector encontrará en las distintas ilustraciones afinidad con diferentes movimientos artísticos, modernismo, surrealismo, cubismo, impresionismo o arte abstracto, por lo que el cerebro se transforma así en una fuente de inspiración artística.