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Diez años después del extraordinario éxito que supuso en todo el mundo la publicación de Suite francesa, rescatada milagrosamente del olvido, Emmanuel Moynot se adueña de la primera de las dos partes de la novela para ofrecer, con su afilada pluma, una dimensión visual de este clásico de Irène Némirovsky. Como en una película de Renoir o Robert Altman, los personajes, sus trayectorias y sus destinos colisionan y se entrelazan en las carreteras del gran éxodo de 1940, dibujando un enorme fresco de las horas más oscuras, en las que las columnas del orden social y moral del país parecían derrumbarse. Así, las figuras inolvidables que habitan en las páginas de Némirovsky cobran vida y nos invitan a reencontrarnos con viejos conocidos como el banquero Corbin, los amables Michaud, el clan de los Péricand, el malogrado padre Philippe, la frívola Arlette Corail, el siniestro Corte y su descerebrada amante, en suma, todo el muestrario de perdedores, atormentados, puros y víctimas de esta gran debacle francesa. Y de paso, descubrimos que la autora de David Golder -una apasionada de la narración cinematográfica- habría sido una excelente guionista.
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