En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
La Isla del Tesoro, narración que Robert Louis Stevenson publicara originalmente por entregas entre octubre de 1881 y enero de 1882 en la revista Young Folks bajo el seudónimo de Captain George North, se editó como libro un año más tarde. Para esta edición de Libros del Zorro Rojo, el destacado artista inglés Ralph Steadman recrea de manera magistral la novela de Stevenson. Son muchos los ilustradores que se han atrevido con este clásico de aventura; pero pocos son capaces de plasmar con tanta naturalidad e intensidad el espíritu de la novela. En ella, un misterioso marino con una pata de palo se esconde en la posada Almirante Benbow, y desde el momento en que el joven Jim Hawks se apodera del mapa de una isla desierta donde se esconde una fortuna en oro robado, nada volverá a ser lo mismo. Jim, Squire Trelawney y el doctor Livesey se embarcan junto al capitán Smollet en la Hispaniola, rumbo a la más fascinante aventura de todos los tiempos. Pronto descubrirán que la tripulación está formada por villanos y filibusteros a las órdenes de John Silver, cocinero y pirata a bordo, quien también codicia el tesoro.
Este sitio web sólo utiliza cookies propias. Puedes configurar la utilización de cookies u obtener más información aquí
Más información sobre el uso de "cookies" y sus opciones de privacidad
Este sitio web utiliza cookies propias que se detallan a continuación en el panel de configuración.
A través del mismo, puede aceptar o rechazar de forma diferenciada el uso de cookies, que están clasificadas en función del servicio. En cada uno de ellos encontrará información adicional sobre sus cookies. Puede encontrar más información en la Política de cookies.
Estrictamente necesarias (técnicas):
Se usan para actividades que son estrictamente necesarias para gestionar o prestar el servicio que usted nos ha solicitado y, por tanto, no exigen su consentimiento.