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En 1806 y 1807 el gobierno español de Carlos IV envió a Europa 14.927 hombres además de hijos, mujeres y criados en cumplimiento de los acuerdos que se tenían firmados con la Francia napoleónica. Esta es la historia de esos españoles que fueron a Italia, Alemania y Dinamarca. Dos tercios de ellos consiguieron volver en octubre de 1808, escapando de sus aliados daneses y alemanes con la ayuda del tradicional enemigo, Gran Bretaña, y su flota. Los acontecimientos en la Península habían vuelto inviable su permanencia en el Norte de Europa y su presencia en España era requerida por todas las autoridades. Un tercio de ellos no consiguió fugarse en ese momento. Muchos de ellos, junto a otros prisioneros españoles en Francia, acabarían formando el regimiento José Napoleón, al servicio de Bonaparte, y marcharían a Rusia en 1812 para participar en el desastre de la Grande Armée. Varios miles conseguirían escapar, desertar e incorporarse a las filas rusas. Así el Zar Alejandro I formó el regimiento Imperial Alejandro, que retornó a España en octubre de 1813. Otros se evadirían por sus propios medios y otros no llegarían a volver nunca: Fernando VII prohibió la vuelta de cuantos sirvieron a Bonaparte con empleo superior a teniente. Esta es la historia de todos ellos.
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