En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
La forma específica del suicidio de los arquitectos, como veremos, es muy sutil, y se ejerce con toda impunidad e inconsecuencia, sin que por ello sea menos letal. Muchas civilizaciones, otra vez Lewis Mumford fue el profeta, han muerto por no querer cambiar las condiciones eco-sociales, explotan-do con tanta codicia la naturaleza que, a la postre, se autoaniquilaron.El/la arquitecto se suicida de una forma muy sutil al «desactivar» lo nuevo en lugar de asimilarlo. Este sería el concepto fundamental del presente trabajo. Si ante un veneno «desactivar» es positivo, ante una medicina es un suicidio. Confundir la medicina con un veneno es la esencia del suicidio del arqui-tecto. Ya lo profetizó Platón, pero hoy, evitarlo, podría ser la única garantía para nuestra supervivencia como especie humana. Este escrito no defien-de una única teoría o práctica arquitectónica tenida por verdad universal, eterna o indiscutible. No se defiende a los fundamentalismos, pero sí que se intentará denunciar teorías y prácticas, mayoritarias o minoritarias, que se consideran negativas por su impacto sobre la calidad física, mental y social de la humanidad.
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