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Las elecciones municipales celebradas en Madrid el 12 de abril de 1931, antesala directa del derrumbe de la opción monárquica, no fueron sino el punto culminante de un proceso social con un largo alcance histórico, evocando a la perfección la modernización de una ciudad que acababa de rebasar el millón de habitantes. Una ciudad cuyas dinámicas políticas habían sufrido vertiginosos cambios y transformaciones claramente vinculadas con los paralelamente advertidos por la urbe en otros muchos ámbitos. A nivel social y económico la capital había variado su semblante, lo que también se plasmó en sus propias dinámicas políticas: por un lado, unas elecciones municipales que dejaron de resultar silenciosas y de funcionar como meros instrumentos de autolegitimación y autoconfirmación para los resortes del poder gubernativo a nivel local y, por otro, una acción institucional municipal de nuevos bríos que se desarrollaba en un marco coyuntural cada vez más firmemente imbricado con ese tipo de citas con las urnas. Santiago de Miguel elabora a lo largo de estas páginas una detallada y rigurosa radiografía sobre la dinámica política y la contienda electoral en la ciudad de Madrid, atendiendo al ciclo en el que la ciudad se transformó, es decir, el comprendido entre 1890 y 1931.
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