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María Zambrano y José Ferrater Mora son dos de los pilares fundamentales de la filosofía española del siglo XX. Entre ambos existió una relación epistolar intensa, mantenida durante décadas, y que comenzó tras la estancia de los dos en La Habana al finalizar la Guerra Civil. Ambos habían llegado a la capital de Cuba al inicio de sus exilios y de sus carreras respectivas, y la ciudad sirvió de escenario para una influencia mutua que resultaría decisiva en el caso de Ferrater Mora. En La Habana, entre 1939 y 1941, se compartieron los esbozos de la razón poética zambraniana, las visiones respectivas sobre la esencia de España y de Cataluña, las relaciones entre poesía y filosofía, el Diccionario de Filosofía, y la crítica de autores esenciales para ambos: San Agustín, Unamuno, Ortega, etc... A partir del momento en que sus caminos se separan, comienza otro camino, el epistolar, igualmente intenso y productivo. Nada queda al margen de sus cartas: sus proyectos, la tentación del regreso a España, sus temores y sus esperanzas, sus amigos comunes... Una relación que se mantuvo el resto de sus vidas, hasta la muerte
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