En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Hay ciudades que constituyen por sí mismas un género literario. NuevaYork es el mejor ejemplo. Y dentro de ese género una de las obrasmaestras es este libro, que aúna sociología y humor, futurismo yencanto antiguo. En La ciudad automática encontramos el envés bienhumorado de otra obra escrito por las mismas fechas, Poeta en NuevaYork de Federico García Lorca. Lo que en el poeta es tremendismo ymagia, lo trueca Camba en alacridad, disparatada hipérbole y punzanteinteligencia.Quienes aman Nueva York, quienes la detestan, no pueden dejar de leereste libro, escrito por alguien que se resiste a dejarse seducir porlos encantos de la Ciudad con mayúscula, pero que al final acabasucumbiendo a ellos, como nos pasa a todos. Con Nueva York y tambiéncon Camba, el escritor que detestaba la literatura, el anarquista queacabó sus días refugiado en un hotel de lujo. Julio Camba (1884-1962)es uno de los pocos escritores españoles que ocupa un lugar destacadoen la historia de la literatura solo con su obra periodística. Nacidoen Villanueva de Arousa, emigró todavía adolescente a Argentina, donde entró en contacto con los medi
Este sitio web sólo utiliza cookies propias. Puedes configurar la utilización de cookies u obtener más información aquí
Más información sobre el uso de "cookies" y sus opciones de privacidad
Este sitio web utiliza cookies propias que se detallan a continuación en el panel de configuración.
A través del mismo, puede aceptar o rechazar de forma diferenciada el uso de cookies, que están clasificadas en función del servicio. En cada uno de ellos encontrará información adicional sobre sus cookies. Puede encontrar más información en la Política de cookies.
Estrictamente necesarias (técnicas):
Se usan para actividades que son estrictamente necesarias para gestionar o prestar el servicio que usted nos ha solicitado y, por tanto, no exigen su consentimiento.