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El grito antifundamentalista de Nietzsche "¡Enemigos, no hay

enemigo!" implica una revolución de lo político. La

tregua de ETA abre nuevas lecturas a esta inversión de valores

que busca disolver al enemigo contra sí mismo. Para ello, Zulaika

examina el tema central de la amistad/enemistad en la cultura

tradicional y en la violencia vasca reciente. Presenta sus propias

polémicas con los amigos/enemigos como muestras de la necesidad

del debate y del entendimiento a base de examinar los usos corrientes

de los discursos del "terrorismo", "nativismo", "etnicismo"

o "nazismo" en la política vasca. Reconociendo que vivimos en

un mundo donde los procesos económicos, culturales y políticos

más interesantes no pueden ya ser contenidos dentro del estado-nación,

el autor aboga por abandonar la vieja mitología de la enemistad

nacional permanente.


El epílogo de Begoña Aretxaga examina, por su parte, la relación

entre intimidad y violencia en la política vasca.