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Soma Morgenstern (saludado en su día por Robert Musil, Stefan Zweig, Joseph Roth y Walter Benjamin como uno de los grandes autores del siglo XX) escribió en los años 30 (y acabó en 1943 en su exilo neoyorquino) la que es sin duda una de las mejores sagas judías jamás escritas en alemán: Destellos en el abismo.
En esta nueva y última entrega -que puede leerse con total independencia de las otras dos entregas-, El testamento del hijo pródigo, se narra con una autenticidad, una pureza y una belleza sin par el descubrimiento de por qué el padre del protagonista Alfred Mohylewski abandonó en su día la religión judía para convertirse al cristianismo, lo que le acarreó la maldición de su familia. Bajo esta forma de cartas-testamento, escritas desde el frente y que sólo deberán leídas por el hijo al cumplir éste los veinte años, es todo un mundo el que aflora, el del finiquitado Imperio austro-húngaro, narrado con tanta sensibilidad, belleza y humor que el lector no puede por menos de sentirlo cercano e inolvidable.
Robert Musil, tras haber leído las cien primeras páginas de la obra le dijo a Morgenstern: «Si se muere ahora, estas cien páginas ya pertenecerán a la literatura mundial...».
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