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En el Montevideo de 1928 dos de los «jóvenes rebeldes» de las ¡letras uruguayas Juvenal Ortiz Saralegui y Juan Carlos Welker fundan vanguardia, un periódico que se autoproclama «de avance». En efecto, los dos números que salieron resultan un muestrario perfecto del clima de renovación que hacia fines de los años veinte reinaba en el país: ganas de cambios, deseo de modernidad, estrategias poéticas novedosas, pero también autocontrol y cautela a la hora de rechazar, en bloque, estilos y posturas tradicionales. Dividida entre intervenciones polémicas y textos más relajados, engalanada con ágiles ilustraciones por mano de figuras destacadas de la plástica rioplatense, vanguardia contiene, entre otras cosas: una brevísima y encendida proclama de Blanca Luz Brum, composiciones del «futurista» Alfredo Mario Ferreiro, un ensayo de José Bergamín, poemas de Edgarda Cadenazzi una de las voces poéticas más originales y secretas de las vanguardias sudamericanas además de contar, sorpresivamente, con una presencia femenina que iguala numéricamente a la masculina. Riccardo Boglione nació en Génova y vive en Montevideo. Do
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